viernes, 16 de octubre de 2009

Marinas: de sirenas y otras diosas

Una vez hice un trato con el mar:
yo le entregaría mi cuerpo y alma
a cambio de que jamás sumergiera en sus aguas
a alguién de los que amo y pienso en mi vida diaria.
El cumplió su promesa,
yo sigo esperando...

Esta es la vista del mar desde Quiahuiztlan, donde se miraron unos castillos flotantes llegar a estas tierras.

En el mar hay un lugar donde habita una sirena.
Un Marinero al pasar aquella playa de arena,
dicen que la oyó cantar la pena y la que no es pena…
( Del son jarocho La morena)

La sal del mar

Era una mujer que a través de su sangre, de sudor, de su saliva, de sus lagrimas y secreciones alimentaba en secreto a su esposo, su hermano a sus hijos, a los pobladores de una región. Nadie sabía como pero esta mujer les daba de comer a todos y sus alimentos estaban siempre bien aderezados de sal.
Un día alguien se dio cuenta que de donde extraía la sal era de su cuerpo,
y eso les produjo mucho disgusto y entonces la reprenden, le dan de machetazos y la expulsan. La destierran al mar y por eso es que el mar está salado. La sal es una mujer y Huixtocihualt es la diosa de la sal.

La mitología asociada a la diosa de la Sal se repite por una infinidad de lugares: entre Coras y Huicholes, entre nahuas de Chicontepec, entre Mixes de Oaxaca, en Tierra Caliente, tanto de Estado de México, Guerrero, Michoacán y Colima, entre otros, La historia de la sal siempre es la misma.

(Huixtocihualt) Narrado por Víctor Ángel Osorio.



Carpintero, carpintero
Dime si es verdad que sabes,
Porque distinguir no puedo,
Si en el fondo de los mares,
Existe un color más negro,
que el color de mis pesares.

(Del Son jarocho El Pájaro Carpintero)

sábado, 3 de octubre de 2009

sueños de Oaxaca, la Mixteca baja...

Decir tierra, es decir la herencia de los hombres que la han habitado y de los que la continuán transitando. Pero no sin antes alimentarse del antiguo legado y dejar a las futuras generaciones un poco de esperanza a través de sus respuestas a este tiempo y la vida. Quienes tenemos que salir de nuestra tierra cargamos con ese legado y lo llevamos a otros lares intentando sembrarlo. En ocaciones lo logramos, en ocaciones retornamos a nuestro terruño, pero hay otras ocaciones que nos extraviamos... Pero ello no significa, como verdad moral, algo dañino. Porque el reinventarnos es también una ardua labor.

La antiguedad de esta tierra es tan vasta como el reflejo del cielo nocturno en los mares tranquilos, su reflejo es apenas un pequeño hilo de luz que muestra diversos caminos seguidos por otros hombres en la tierra. Los lazos de identidad están entretejidos de personas vivas y sus recuerdos, pero también de esperanzas.
Las casas abandonadas, su cementerio, sus parajes desolados solo se comparan a la tristesa de mi alma.

Una simple planta de maguey es símbolo y verdad de un respiro del tiempo por estas tierras oaxaqueñas, en las que sus habitantes si recordaran todo lo vivido, llenarían miles de estanterías sonoras y coloridas.

Una flor es para mi, un suspiro de la tierra...

Los hombres trabajan aun la tierra. Y digo aún porque en este tiempo de incertidumbres y falsos mensajes a muchos otros los han hecho ir muy lejos a tratar de encontrar aquello que piensan no tienen en su tierra. Cuando rregresen algún día, encontrarán que lo que tanto anhelaban siempre estubo a la mano.

"La felicidad se puede reducir a una mirada a tu entorno... y sentirte parte de él."

Los caprichos de las plantas son como la nostalgia de los humanos, buscan ir al cielo pero nunca apartan su raíz de tierra.

Y el maíz...?

Hace poco reccorrí Tlacotepec Plumas, Oaxaca. Una tierra con esa mezcla de aire seco y frío, con esa mínima humedad que las flores atrapan para llenarse de color y vida es lo que llamo arraigo desesperado al medio. Es lo que vi en los hombres y mujeres de este poblado, tejen una profunda raíz que no cortan a donde vayan, aun si salen a muchos cientos de kilómetros de esta tierra.

Transición y puente de muchos tiempos es la planta de maíz, alimento milenario de una cultura única y que se extiende hasta el mismo orígen de la civilización, porque además fue transformada por las manos humanas.

Los pocos habitantes de Tlacotepec Plumas recorren esos caminos milenarios a diario, son necios e insisten en transitar por los recuerdos de quienes partieron a las ciudades. Los ancianos guardan en su casa un cofre que abren cuando los visitan sus hijos y nietos, les regalan sus cantos y rememoran la palabra antigua, sin olvidar en que tiempo viven.

Por su parte los jóvenes, aman a su tierra y se saben poseedores de todos los sueños de los hombres y mujeres que habitaron aquí.
Gracias a mis amigos de Tlacotepec Plumas por su afecto.