domingo, 13 de noviembre de 2011

la vida en el totonacapan

 Las cuatro generaciones. Poza Verde en el corazón del totonacapán a través de cuatro rostros con los cuales fue un verdadero placer convivir.

 Una gallina atraviesa el portico donde se desgrana el maíz recién cosechado. La cosecha aparece, como en los tiempos míticos, en los tiempos de agradecer cómo los de principios de noviembre.
 Los campos cultivados aparecen a los costados de los caminos de la sierra. La tierra siempre proveerá dicen los mayores, pero los muertos siempre vendrán a mirar sus antiguos territorios, me dice un viejo totonaco.

 Los costale para la cosecha aparecen cargados para la pisca anual...

La mano que se posa en el maíz recien desgranado... la identidad y el reconocimiento de una presencia ancesta que cobra forma de cualquier tiempo, y me traslada a los tiempos infantiles de la mano delicada que acaricia esta cosecha transformada en granos... como esta mano que ayudó a desgranar también y que se convitió en un querido símbolo.

viernes, 24 de junio de 2011

Rito Antiguo en Arcelia



Estas imágenes pretendían tener un orden pero al subirlas entraron en el caos más perfecto. Solo trataré de describir las referencias que hace un par de horas tenía en cuanto a un relato que conformé hacia una posible secuencia. Inicio con esta bella imágen de lo que los jóvenes, niños, niñas hacen en una tierra que se dice es caótica e incierla, mi amigo y hermano Josafath dice que quién tiene en sus manos un violín o una guitarra o una tamborita, no tiene manos para otra cosa que no sea la música y la patria resurgida...


Estos otros guaches llegaron de Zirándaro, del centro las Zirandas, son también alumnos del Tecolote y ellos portan el estandarte que les da la libertad y la entrega a un mundo posible y hoy negado. Estos guaches tienen el valor de ser sencibles e imaginativos, recordar ancestros y regresar a la tierra a los antepasados: comienza asi el ritual.

Un hoyo para la tarima es parte de este ritual. Los músicos tocan esos sones que ya de por si son remembranza de personajes idos y luego la memoria nos juega jugarretas con eso de lso entierros... pero se trata de una tarima, el mejor acompañamiento en el fandango de los otros instrumentos: jarana, arpa, vihuela, tamborita...


Mientras, otros guaches se divierten quitandose el calor en el charco de los idems (sapos). El entorno ya es mágico, entonces se acerca la parte climatica.

Va al turno Elizabeth a tamborear el arpa. El tamboreo es por ahora una parte de la percusión, la otra vendrá cuando la tarima esté lista y entonces escucharemos a los vailadores desde un par de kilómetros...

Saludos de viejos amigos.


El fandango ya había arrancado en otro lugar: Martín ey Elizabeth (la Saya), entonando un viejo son.


Y ablando de viejos compadres, los brujos de Huejutla al escenario...


Ya había dicho que amo a las niñas persiguiendo pollos, pero amo más a las que tocan tamborita. Si las que persiguen pollos son seres mitológicos,la que toca la tamborita ha recreado toda una imagenería en torno a las deidades de la música y su nacimiento, su transición hacia el dominio del cosmos y la arboleda que traza los caminos de imaginación y la alegría a través de ritmos que parten desde los latidos del corazón. Mi tamborita que cargo late así...

Sigue el fandango...

Martín en su más pura escencia, sentimiento y voz, violín y más entimiento...

El rito ya había iniciado, dejenme contar con qué.


La tarima ha sido colocada, tal como los dioses de la música lo mandan. Un par de bailadores acompañan los acordes que complementan los sonidos de ese son que me hace sentir a dos corazones en mi pecho.


Los llantos del violín de Laura se hacen presentes en este rito.
Estas mujeres-sirenas-brujas llegan a emitir acordes y cantos que los marinos de varios universos han naufragado por tratar de alcanzarlas... ellas cuidan la palabra, la música y las tradiciones.  Hay de aquel que se acerque con malas intenciones!!!


Laura, Jorge Amos y Martín en un son...


Y el fandango a todo lo que da...

Dije que Bella no es solo un nombre?



Una foto de Castulo con sus hijas... pero hay más.


Amparo también le hecho su bendición al ritual....

Quién dijo que no había ritual....!!!!!! ESta bien denso, hasta chivo matamos.


La ternura de un niño que aprende dentro de la música a la vida, se trasmite como una ventisca fresca en medio de un calor de 50 grados centigrados.


Y aquí el niño del tambor, seseando crecer para seguir tocando su tambor...


Castulo con sus querencias... el rito se ha cerrado.

jueves, 10 de marzo de 2011

Una tarde con Fredy Vega

Existen en mi memoria muchos encuentros que considero afortunados para mi vida, esos encuentros no tienen tiempo y el olvido no se los ha llevado. Todo lo contrario, he conseguido amigos que son desde temprana edad un refugio de esperanza, que sin saber en el atiguo tiempo, ya lo eran, entendí entonces que mi encuentro había tenido un sentido. El sentido es así de simple, continuar algo que la familia Vega inició desde antaño, la convivencia, su adhesión a la tradición musical del son jarocho y el zaoateado, continuar y compartir la vida...

Mi compañera de equipo y amiga Itzel de la materia de psicología transcultural en la UNAM, me dijo que en el centro cultural que ella tomaba Capoeira, había clases de son jarocho. Algo me dijo sin saber demaciado que se trataba de Fredy, a quién conocí a los 11 años en un lugar llamado Boca San Miguel, tierra inundable del Sotavento veracruzano, de fandangos memorables y heredero de una larga tradición de virtuosos de la música y el fandango jarochos.
Conocí a su abuelo y su bisabuelo, a su tío en la tierra que habitaban y les dió razón de esperar del tiempo, como quién comprende que en ese espacio está lo más importante de la vida.
Así, Andrés, Mario, Octavio y Fredy convivieron y mostraron un lugar cercano a las entrañas de la vida y alejado del mundo de vacios que crean los humanos (más grandes que las distancias entre los planetas), que comprendí también una de mis pertenencias rurales. (Gilberto también estaba).
Inequivocamente ese espacio le pertenece a mucha gente que ellos aman y con la que comparten más que tradiciones, sino una serie de actividades ligadas al arte, que lejos de ser difundidas masivamente son acercadas con cariño y afecto a quiénes se dignen a observar y apreciar su valor. En esta serie de reflexiones encontré a Fredy que daba esta clase de zapateado en el DF, el el centro cultural lal Piramide.
Una aula pequeña enmarca todo lo que quiero decir... un pasado y un presente amalgamado de notas, rimas, acordes, sentimientos y tradición que se transpira en un ambiente alejado de aquella tierra inundable.


La guitarra de son es testiga de está relación entre tiempo y memoria, entre olvido y nostalgia, entre amor y entrega...




La clase es simplemente placentera...